Hace unos años, cuando el ex-alcalde de Bogotá Antanas Mockus estuvo haciendo campaña presidencial, mencionó en varias entrevistas el libro The Cost of Rights (El costo de los derechos) de Stephen Holmes y Cass R. Sunstein. En esencia, los autores del libro señalaban que la manera de que el Estado garantice los derechos a sus ciudadanos (los derechos a la salud, a la seguridad, a la educación, etc.) es por medio del recaudo de suficientes impuestos que permitan una redistribución y uso de los mismos en proyectos de inversión social en... salud, educación, seguridad, etc. Haciendo referencia a este libro, Mockus quería explicarle al país que, si él era elegido presidente, la única manera de brindarle a los ciudadanos los derechos que promueve y protege la Constitución Política de Colombia era por medio de la creación de más impuestos.
Benjamin Franklin decía que no había nada seguro en el mundo salvo la muerte y los impuestos. Eso, sin embargo, no pareciera ser tan claro en nuestro país donde cada cuatro años, con la llegada de un nuevo gobierno, llega una nueva reforma tributaria que promete arreglar (por fin) las cuentas del país, solo para entrar a debate al Congreso de la República y salir modificada, peluqueada, manoseada, y siendo o la menos peor versión de su original ser o, en otros casos, una peor versión del estatuto tributario anterior.
Hace un año me retiré del Banco de la República donde trabajé por casi doce años como jefe de la sección de música. Allí estuve a cargo de la programación musical de la sala de conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango y de ayudar en la realización de la misma a nivel nacional por medio de las 28 sucursales que tiene el banco en el país. Gracias a este trabajo pude entrar en contacto tanto con consagrados músicos nacionales e internacionales, así como con jóvenes músicos por medio del programa de Jóvenes Intérpretes del banco, así como a través del programa de estudios en el exterior de la entidad, el cual permite que cada dos años un músico pueda realizar una maestría fuera del páis con todos los gastos pagos. Desde luego, también pude estar en contacto con teatros, festivales, y otras entidades tanto estatales como privadas que trabajan arduamente por construir un medio cultural más fuerte que le sirva al país y que pueda ayudar a que los derechos culturales sean garantizados para los colombianos.
Mientras estuve en el banco fui testigo y a veces partícipe de conversaciones y procesos que beneficiaron al sector cultural del país. Entre estos están las modificaciones a las reglamentaciones migratorias que facilitaron inmensamente el ingreso de artistas internacionales al país sin necesidad de contar con una visa de trabajo, la aprobación y reglamentación de la Ley 1493 de 2011 (Ley de Espectáculos Públicos) que hizo mucho más viable a nivel financiero la contratación de artistas internacionales así como la realización de espectáculos en los estadios de fútbol, el recaudo de recursos para el mejoramiento de la infraestructura cultural y una reglamentación un poco más clara con respecto al trámite de permisos para presentar un espectáculo.
En julio de 2018, antes de que Iván Duque asumiera la presidencia, varias personas del sector cultural fuimos convocadas por el grupo de empalme del entrante gobierno a un hotel en Bogotá. Fuimos invitados por sectores y recuerdo haber estado en una reunión del sector musical y encontrarme a la salida con otras personas que entrarían después como representantes del sector de las artes plásticas. Asumo que seguramente habría reuniones con otros sectores como el cine y el teatro. En todo caso, la reunión del sector musical fue con Maria Paula Correa, quien quizás ninguno de los presentes sabía quién era en ese momento ni qué papel llegaría a tener dentro del gobierno de Iván Duque. El hecho es que dentro de los invitados había una variedad de entidades e intereses representados, tanto desde el Estado como del sector privado, incluyendo educadores y gestores.
Como suele pasar en este tipo de reuniones, hubo todo tipo de intervenciones, unas con posturas políticas muy fuertes casi que expresando posiciones retadoras frente al nuevo gobierno y otras más pragmáticas, haciendo propuestas y mostrando experiencias regionales que podrían ser aplicadas a la nación. Sin embargo, creo que una de las intervenciones más claras fue la de Maria Isabel Murillo 'Misi', con quien me vi por última vez ese día, pues fallecería unos meses más tarde. Misi, la titánica compositora y productora de teatro musical hizo una presentación en la que dio a ver lo difícil que era realizar espectáculos desde el sector privado. Explicó cómo casi todo estaba en contra de poder hacer lo que ella hacía y cómo no solo no había un buen apoyo desde el Estado sino que tampoco había un estímulo (desde el Estado) para que fuese atractivo para la empresa privada y para los privados en general vincularse a apoyar iniciativas culturales.
No sé si fue la intervención de Misi la que caló en el equipo del designado presidente o si ésta simplemente reforzó las ideas que el propio Duque traía ya por haber vivido en Estados Unidos donde la filantropía es el principal mecanismo de financiación de las artes y donde él concibió su política de la Economía Naranja. El hecho es que, si bien políticamente Duque se equivocó al pensar que la Economía Naranja era algo que le importaría mucho al país y le daría réditos políticos y que también se equivocó -creo yo- al enfocar estos esfuerzos más como iniciativas primordialmente de desarrollo económico y productividad que de organización y fortalecimiento del sector creativo, lo que se hizo durante su gobierno por articular, reglamentar y estructurar una política de fomento al sector creativo del país ha sido útil, se hizo construyendo sobre esfuerzos previos complementando el trabajo con miradas que el sector quizás solo había tenido de manera tímida, y sentó bases para que el sector cultural siga creciendo, organizándose y desarrollándose. Esto es necesario reconocerlo, más allá de que la autopromoción que se hiciera el gobierno Duque fuera quizás desmedida y mal enfocada, al punto de llegar a ser ridiculizado por todo tipo de analistas, y más allá de que en sus discursos pecara por dejar frecuentemente de lado un reconocimiento a las áreas artísticas y del patrimonio, que también hacen parte del sector cultural, y que no se ven a sí mismas necesariamente ni como una industria ni como un sector que deba perseguir ser ni rentable ni escalable.
Dentro de las cosas que dejó el gobierno que acaba de salir, vale la pena resaltar el trabajo realizado en torno a COCREA y la manera como esta iniciativa ha abierto posibilidades para el sector artístico que estaban anteriormente limitadas al sector del cine y de la producción audiovisual. COCREA brinda la posibilidad de que proyectos previamente avalados por un comité técnico puedan recibir aportes económicos de parte de privados y que, a su vez, los privados reciban una exención tributaria por realizar estas donaciones. El donante tiene, en últimas, un doble estímulo: a) le está ayudando a un proyecto cultural de su interés y, b) está recibiendo un descuento en su declaración de renta. Bajo este esquema hoy aparecen varios proyectos avalados en la página web de COCREA, algunos de los cuales fueron presentados por entidades con bastante trayectoria (i.e. la Revista Malpensante, la caja de compensación Cafam o el Festival Internacional de Cine de Cartagena) aunque también hay gestores y organizaciones más pequeñas como la Sala de Conciertos Bolón Verde que está buscando hacer una temporada de conciertos de jazz.
La cantidad de proyectos que ahí aparece da cuenta de un sector deseoso de poder tener acceso a recursos que trasciendan a las convocatorias del programa de concertación del Ministerio de Cultura y de otras entidades locales o regionales como pueden ser, para el caso de Bogotá, IDARTES, la Filarmónica de Bogotá o la Fundación Gilberto Alzate Avendaño. El tipo de proyectos recogidos ahí también da cuenta de un sector al que este tipo de iniciativas lo puso a pensar y lo puso a trabajar en dinámicas en las que puede conversar con actores diferentes a los gubernamentales, utilizando otros argumentos y mecanismos de gestión para así atraer recursos que el mismo Estado no puede proveer pues son recursos que no están disponibles en las asignaciones presupuestales del Ministerio de Cultura.
Comencé este escrito hablando de cómo el pago de impuestos es lo que asegura que un Estado pueda cumplir con sus obligaciones de garantizar los derechos que les ha prometido a sus ciudadanos. Sin embargo, espero haber mostrado también que no solo a través del recaudo se puede construir una política estatal, especialmente si ésta persigue ser diversa, fomentar que se involucren otros actores de la sociedad y, evitar -de alguna manera- que todo tenga que ser producido, financiado, vigilado y elaborado por el Estado mismo. El proyecto de reforma tributaria del gobierno Petro ha encendido alarmas en varios actores del sector cultural colombiano que, con razón, consideran que el camino recorrido en la construcción de políticas de estímulo, coordinación y cofinanciación se pueda perder por una entendible urgencia de llenar un hueco fiscal y para poder financiar el propósito de hacer de Colombia un verdadero Estado social de derecho. Ojalá dentro del mismo gobierno se tomen el tiempo para evaluar el impacto que esta reforma puede tener en el sector cultural y que se entienda que lo que han hecho muchas de las iniciativas de varios gobiernos anteriores con la estructuración de algunas exenciones es agrandar la torta de recursos para un sector que, desafortunadamente, dadas las inmensas necesidades del país, nunca ha sido el gran beneficiario del presupuesto nacional.
Actualizaciones
Comparto algunos artículos y entrevistas que hablan de la reforma tributara. Algunos tocan el tema en general, otros específicamente de su impacto en la cultura...
Actualizaciones
2022-10-15
Un asunto de justicia (Mariana Garcés en Cambio, 15 de octubre de 2022)
2022-10-14
La cultura sigue sufriendo en la tributaria (Gonzalo Castellanos en El Espectador, 14 de octubre de 2022)
2022-08-24
Exministros de Cultura piden no derogar los beneficios tributarios para el sector (Redacción Cultura de El Espectador, 24 de agosto de 2022)
La cultura tiembla (Mariana Garcés en Cambio, 19 de agosto de 2022)
De la economía naranja al estallido cultural y tributario (David Melo en Cambio, 13 de agosto de 2022)
El proyecto de la tributaria afectaría la inversión destinada a las industrias culturales (Daniella Rodríguez en La República, 12 de agosto de 2022)
Otra tributaria noqueando a la cultura (Gonzalo Castellanos en Las 2 Orillas, 11 de agosto de 2022)
El proyecto de la tributaria busca recaudo con mecanismos obsoletos (Juan Pablo Vargas Cuéllar) y Realismo mágico para el recaudo nacional (Juan David Velasco) ambas en La República, 10 de agosto de 2022)
La reforma tributaria y la polémica que generó en el sector cultural (Redación Cultura en El Espectador, 10 de agosto de 2022)
Comments